La fuerza de la democracia

En esta entrada pretendo responder a mi amigo Jaime Nubiola algunos temas que plantea en su último post. En él habla en los siguientes términos de nuestra forma de gobierno: «La democracia no es una forma cultural más; es una fuerza civilizadora, razonable y no violenta, que defiende la libertad, el diálogo y el pluralismo».

La violencia de las democracias liberales no afecta a los cuerpos. No es de puñetazos ni hogueras ni castraciones: no es «superficial». Eso ha quedado atrás. Pero hay violencia. Estudio periodismo y he podido ver que el periodismo es una agradable forma de violencia. Tan agradable que hay quien paga por ella. También la publicidad.

Estas democracias defienden la civilización del consumo, con sus logros y sus vicios. También la libertad y el pluralismo tal y como ellas las entienden. La libertad de cualquier consumidor para elegir un producto al alcance de su bolsillo (desde el tipo de Kellog’s hasta religión, pasando por orientación sexual) entre las distintas opciones a la misma altura (pluralismo) que tiene delante.

Por otra parte, nuestras barbaridades son muchos más civilizadas: la industria del porno, en la que empresas que cumplen con la ley y venden un producto contratan a actores con derecho a hacer lo que hacen para ganar un dinero con el que poder vivir una vida agradable en una comunidad que les acepta y respeta (y a la que, además, sirven), es un buen ejemplo. No hay nada más civilizado que consumir pornografía en la soledad de la noche, a oscuras y en silencio: es libre, limpio y nadie acaba con la cabeza sangrando. Nosotros somos bárbaros, pero educados y muy sofisticados.

Por seguir con las barbaridades. La semana pasada cubrí una comparecencia en la que Bildu proponía al Gobierno de Navarra dar cobertura gratuita de reproducción asistida a madres que quieran tener una familia monoparental o a parejas de lesbianas. Obvio: si no, las está discriminando y Dios no lo quiera. Salió adelante la moción. Tal y como la «civilización occidental» está planteada, nada más normal que ayudar a una mujer que quiere ser madre a ser madre, independientemente de todo lo demás, incluso el bien de su futuro hijo.

No creo que nuestra democracia sea el peor sistema que existe. No conozco otro. Tan solo quiero decir que lejos de mí cualquier alabanza (más si es de tipo moral) a su potencia «civilizadora» o fuerza «emancipatoria». Esos términos pudieron tener sentido hace algún tiempo. Pero, al menos en mi opinión,  ya han caducado y lo mejor que puede hacerse es admitirlo.

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2 respuestas a La fuerza de la democracia

  1. De acuerdo con el comentario de Philipmuller. Sin embargo me hubiera gustado un aire más esperanzado y optimista. De esas cosas sabe Jaime y tal vez por eso su euforia positiva.

  2. Me parece que ambas entradas son complementarias.

    Por un lado, la democracia es, sin duda, lo que dice Jaime. Es el sueño materializado de la libertad, la tolerancia y el pluralismo. Sin embargo, qué duda cabe, quienes «la soñaron» no podían ver lo que se avecinaba. Con lo que no se contaba es con lo que ha venido después (pero que ya se encontraba en el interior dispuesto a desarrollarse). Es decir, el capitalismo feroz y la sociedad de consumo que campa a sus anchas en esta nuestra querida democracia y que reduce la libertad a cosas tan burdas como las que apunta Philip: elección de cereales y de prácticas sexuales.

    Ahora bien, lo que preguntaría a los dos es si sus planteamientos no son más que una visión «occidentalizada» de la democracia y si puede imaginar de otra manera la democracia.

    Gracias a los dos!

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